Por Daniel Sierra Guajardo / ECO
El pasado 21 de abril se efectuó un Paro Nacional “de advertencia”, convocado por los llamados sectores estratégicos de la producción: Confederación de los Trabajadores de Cobre, Sindicato Nacional de la Construcción, Unión Portuaria de Chile, Federación de Trabajadores Forestales y Sindicatos del Comercio y Servicios. Inesperadamente para diversos sectores movilizados, la convocatoria fue respalda por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), organismo habitualmente más cercano a la Nueva Mayoría (su presidenta, Bárbara Figueroa, es militante del Partido Comunista) y, por tanto, proclive a respaldar el proyecto de ley de reforma laboral.
Álvaro Elizalde, entonces vocero de gobierno, calificó de injustificada la movilización, ya que a su juicio el ejecutivo había mostrado “voluntad de diálogo con todos los sectores sociales”, por lo que recalcó que “no tienen mucho sentido estas medidas de presión”. Javiera Blanco, quien ocupaba la cartera del Trabajo por esos días, afirmó en tanto que el debate de la reforma no se detendría.