La coyuntura actual da cuenta de la crisis de credibilidad del gobierno. Pero esto es síntoma de un problema más de fondo: la falta de legitimidad del sistema político que se arrastra en Chile por años. Tenemos una institucionalidad política que no tiene la capacidad ni la voluntad para atender las demandas ciudadanas, algunas recientes y otras de vieja data.

Los movimientos sociales que emergen con fuerza durante el último tiempo, tienen la posibilidad de construir sus propias y nuevas formas de organización que les aseguren, autonomía y democracia interna así como capacidades para elaborar propuestas políticas. Esta nueva construcción no necesariamente significa el fin de los partidos políticos, sino debieran desafiarles a un proceso de renovación respecto de sus formas de organización, de su relación con el mundo social, en su capacidad de escucha, y en el respeto a la autonomía de los movimientos sociales.

Esta crisis y la irrupción de expresiones sociales de descontento abren una oportunidad para que ECO y otras organizaciones semejantes replanteen o revisen sus objetivos políticos y su rol como actor social, los actores sociales con los que establece alianzas de trabajo y sus propias formas de trabajo con ellos y ellas.

De cara a los antiguos objetivos institucionales, podemos formular nuevos desafíos para la acción en esta etapa cargada de movilización social.

Volver sobre la Educación Popular como una “pedagogía del encuentro”. Para revalorar la política, se trataría de ”recuperar la capacidad de encuentro”, a nivel personal, grupal (el valor de la organización social) y colectivo (la recuperación de espacios de pactos y de consensos intergrupales)

Refundar la relación entre l@s profesionales/intelectuales que ejercen intervención de trabajo social y l@s sujetos populares que acogen la intervención, superando la horizontalidad fácil o un cierto populismo pedagógico.

Favorecer la refundación del conocimiento de la realidad, a través del diálogo entre el conocimiento acumulado y la escucha, que permita la revisión de categorías con que se ha comprendido la sociedad, sus clases, segmentos y el actual proceso de fragmentación. Supone observar y valorar los testimonios que surgen de la nueva realidad creada por el neoliberalismo, así como problematizar categorías que hoy día están transformadas en tradicionales. En este sentido, un desafío al ejercicio colectivo de hacer análisis político, es la demanda de mayor conocimiento acerca de los nuevos movimientos sociales y elaborar “definiciones” más flexibles e inclusivas que den cuenta de la  diversidad con la cual nos encontramos al momento de desarrollar nuestro trabajo

Sólo un ejemplo: el concepto de sujeto popular ha experimentado modificaciones durante los últimos 20 años. Lo que definíamos como sujeto popular durante los ’80 y principio de los ’90 ya no posee las mismas notas características. Incluso el concepto de popular ha ido mutando y no sabemos cuánta distancia existe entre lo que históricamente se definió como popular y lo que hoy en día se entiende por él.

Poner en valor la metodología como disciplina formadora y acervo del análisis político de ECO en oposición a la técnica vacía del “cómo se hace”. ECO tiene y ha tenido un cariz eminentemente formador, principalmente a través de los distintos talleres que ha desarrollado en su historia. Éstos pueden tener un matiz de carácter netamente metodológico, en la medida que aportan desde esta arista a los sujetos, pero también pueden ir más allá, tornándose en una instancia de reflexión en torno a sentidos políticos.

En medio de la efervescencia y despertar de los movimientos sociales, ECO afirma la centralidad de la comunicación alternativa vislumbrando nuevos horizontes para la llamada  comunicación ciudadana. Hoy más que nunca, la comunicación  al servicio de las demandas sociales, se levanta como estrategia, no solamente de los medios comunitarios, sino de parte de miles de iniciativas que ocupan las herramientas digitales y los espacios web como soporte.

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