En la víspera ya de las elecciones de diciembre próximo (1989), realizamos nuestro V Taller de Análisis de Movimientos sociales y coyuntura.
Tarea que algunos considerarán ociosa o de dudoso destino porque se nos dirá: es el tiempo de «la politica». Y esto último, no lo discutimos. Efectivamente la actual coyuntura -que se extiende ya en el tiempo- está caracterizada por el protagonismo sobresaliente de la clase política en detrimento de otros actores sociales.
No solo pesa en esta situación el proceso electoral -que habitualmente otorga a candidatos y partidos el primer lugar en la escena- sino que pesa también – en la actual coyuntura- el diseño político institucional en que se ha movido la «transición chilena» a la democracia.
En efecto nuestra transición debía ser peculiar porque el poder acumulado por las clases dominantes, en el periodo de la dictadura, les ha permitido ceder frentes a la demanda democrática , pero sin poner mayormente en riesgo la continuidad del modelo económico y la «presencia estratégica » de las fuerzas armadas en la escena social y política nacional.
Y, no podía ser de otro modo, porque el poder histórico del movimiento popular chileno ya se había hecho visible en 1983 amenazando toda la «obra» del régimen militar.
Se abrió entonces espacio la vieja tradición política chilena, auto-convocada ahora para reformar las instituciones y administrar con mayor eficacia los conflictos y demandas sociales. La aspiración democrática encontró así un canal y una posibilidad de desarrollo que alcanzará un hito, sin duda relevante, el próximo 14 de diciembre.
La «transicion chilena» de este modo ha privilegiado el papel de la clase política subordinando a ella, el rol de los movimientos sociales, es decir sus demandas y estrategias de cambio social.
Nuestro V Taller de Análisis de los movimientos sociales abordó, desde diversos ángulos, este problema: el de las relaciones entre la clase política y los movimientos y sectores sociales populares.