Sobre un posible rearme del movimiento estudiantil

Por Yanny Santa Cruz *.-

Este lunes comenzaron las clases en gran parte de nuestro país, y junto a ello la expectativa e interrogante respecto de situación y desarrollo de la gratuidad y desmunicipalización de la educación. Por otro lado, el día 11 de marzo asume una segundo gobierno de Sebastián Piñera y las fuerzas de la derecha que han manifestado su descontento con las políticas y reformas realizadas durante el gobierno de Michelle Bachelet. En este sentido, existe una especial atención a los cambios, estancamiento o retroceso, que podría producirse respecto de la gratuidad en el ámbito educativo. Es que precisamente el futuro encargado de la cartera educativa, Gerardo Varela, ha manifestado en variadas ocasiones no estar de acuerdo con dicha política, de más bien encontrarse “escéptico” respecto de dicho tema. Como consecuencia se profundiza la inquietud en relación a las políticas que se implementarán en los cuatro años del gobierno de Piñera. Junto con esto, volvemos a preguntarnos por las presiones y respuesta que podrán realizar los movimientos sociales, en específico, el estudiantil, ese mismo que quebró el año 2011 con el silencio de la transición y demandó cambios estructurales en la sociedad chilena, elementos que fueron incorporados parcialmente en el gobierno de Michelle Bachelet.

Ahora bien, las redes sociales y prensa, han sido el canal por el cual se ha manifestado el descontento de varios sectores de izquierda y organizaciones estudiantiles frente a la elección de Gerardo Varela como Ministro de dicha cartera, no sólo por las declaraciones que mencioné anteriormente, sino por su bagaje laboral y su ámbito de expertiz. Un abogado que ha estado fuertemente ligado al mundo empresarial y asesoramiento de grandes grupos económicos. Entonces ¿Es un error haber designado a Varela como ministro? Esta pregunta suscita dos reflexiones importantes a considerar. La primera de ellas tiene que ver con el reforzamiento de las políticas neoliberales que la derecha ha instaurado a punta de represión y violencia. Esta, en relación a la educación, materializada en la defensa del copago, de los grupos económicos y banca privada detrás de las universidades principalmente. Estos ejes tienen directa relación con el perfil de Varela. Según su historial, no podría considerarse como parte del “mundo educativo”, pero no nos engañemos, ya que lo es, y de forma muy clara, debido a que la educación ha formado y se ha estructura al lado de los grandes pilares del sistema neoliberal, el endeudamiento y la casi nula participación del Estado en educación, salud, sistema previsional, etc. Por lo tanto, desde la derecha y el nuevo gobierno, la elección de Varela viene a reforzar y defender la postura que caracteriza dicho grupo político-económico, y desde este punto de vista, a nadie podría sorprender tal elección.

Por el contrario, su nombramiento puede considerarse como una provocación innecesaria al movimiento estudiantil, y la defensa por la educación gratuita y de calidad. Una chispa que desencadenaría una nueva oleada de movilizaciones, y esta es la piedra con la que podría tropezarse una vez más Sebastián Piñera.

Sumado a esto, el Consejo Nacional de Educación (CNE) aprobó parcialmente que en la formación general común de 3° y 4° medio, no será obligatorio las asignaturas de ciencias naturales, filosofía y orientación, hecho que ha cobrado gran rechazo en profesores y profesoras. Rosario Olivares, vocera de profesores de filosofía ha declarado: “»hay cierta mirada de desprecio a los docentes de filosofía”. Elemento entonces, que podría sumar actores frente a una posible rearticulación del movimiento estudiantil.

Frente a este escenario; los ojos, expectativas y preguntas de la izquierda, se encuentran mirando a los estudiantes ¿qué tan relevante serán en este segundo mando del gobierno de Piñera?, ¿se rearmarán frente a los intentos de retroceso o estancamiento de la gratuidad?

En este sentido, suscita un importante interés por el rol que tendrá el Frente Amplio y su vínculo con un futuro y posible movimiento estudiantil ¿acaso podrá lidiar con una pie dentro del congreso y otro fuera?, ¿de qué manera el posible movimiento estudiantil cederá y dialogará con esta nuevo grupo político? A partir de estas preguntas me parece importante definir dos aspectos.

El primero de ellos tiene que ver con el desafío de rearmar redes socio-políticas de una nueva generación que ha vivido parcialmente el 2011, un rearmar que sea capaz de comprender el nuevo escenario y tomar posición frente a esta “tercera” fuerza que en dicho año no existía. Así parece relevante que los movimientos sociales puedan mantener su estructura asambleísta y autónoma de los partidos políticos, sin desconocer el cambio y los movimientos que se generaron a partir de la última elección congresista.

De esta manera, el movimiento estudiantil debe ser capaz de aprender de las estrategias de las últimas movilizaciones y comprender que hay renovaciones, que las fuerzas han caminado en diferentes direcciones, y las nuevas preguntas y demandadas deben mirar este escenario. Surge así la pregunta por los repertorios de acción, donde uno de los más destacados, y que más “fastidia” a las autoridades (sea en el ámbito político o escolar) es la toma de los establecimientos y las aparejadas consecuencias de esto. Pero lo que realmente podría considerarse como una piedra de tope, es que la toma de los colegios generará un fuerte rechazo de la opinión pública, en la sociedad. Esto calaría y terminaría por romper y quebrar este repertorio de acción, el que históricamente se ha ocupado por los diferentes movimientos sociales. En este sentido, durante el 2011 la novedad y creatividad del movimiento estudiantil fue la ocupación de los espacios públicos y el carácter de fiesta que fue adquiriendo, ¿Cuál será el devenir de este aspecto? Debemos entonces considerar los cambios culturales de la sociedad y en de los jóvenes en particular.

Uno de estos elementos relevantes dice relación con una nueva oleada de feminista, la que ha nacido y se ha desarrollado de manera exponencial en círculos juveniles, sobre todo estudiantiles. Asi, podría encontrarse inserto en las demandas y presiones de este posible resurgimiento del movimiento. Recordemos que hace al menos dos años atrás que se suma a la demanda de la gratuidad, una educación no sexista. El movimiento estudiantil (en toda su amplitud) debe ser capaz entonces de incorporar dicha temática, con el objetivo de sumar y no restar reflexiones y actores, en este caso, actrices. Añadido a esto, tenemos el debate por la educación con un giro hacia el respeto y defensa de los derechos de la comunidad LGTB dentro de la escuela.
Y por último, los cambios en relación al componente racial y nacional de los jóvenes y niños. En relación a la gran oleada migratoria latinoamericana, que ha puesto en jaque una institución que no ha sido capaz de generar una educación multicultural.

Lo importante, es comprender si el movimiento estudiantil, en función de sus propios ciclos de movilización, y no de las temporalidades políticas, será capaz de crear una cultura político-social autónoma, que permita su desarrollo en debate con los diferentes nudos que han surgido en la sociedad, llámese educación multicultural, no sexista, y a su vez, que dialogue o se permita preguntar por el rol que tendrán las nuevas fuerzas progresistas.

*Magister en Historia

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