Resistiendo desde la Comunicación Popular

En el marco del taller de organizaciones sociales de la ONG ECO, en diciembre de 2017, se publica la revista Cal y Canto N° 3, cuyo contenido constituye una destacable sistematización de la comunicación popular en Chile, a continuación la presentación de este documento por parte  de Mario Garces, director de ECO

Luego de dos años de “escucha” de experiencias educativas (Cal y Canto Nº 1 y 2) durante 2017 orientamos nuestra atención a las “Comunicaciones Populares”. Una experiencia que tuvo un gran desarrollo en ECO en los años ochenta, cuando se constituyó la Red de Prensa Popular, y luego un desarrollo un poco diferente, al multiplicarse, en los años noventa, las Radios Comunitarios y algunas iniciativas de TV en poblaciones de Santiago.

A lo largo de estos años, estas diversas formas de comunicación desde las bases fueron conceptualizadas como “comunicación popular” o como “comunicación alternativa”, en un caso poniendo más énfasis en quién hacía la comunicación; en el otro, en los contenidos que se difundían. Probablemente, ambas denominaciones siguen siendo útiles, aunque como se reconoció en uno de nuestros talleres hoy es más claro lo alternativo (o lo contra hegemónico) que lo popular. Son los tiempos que corren, en que lo popular pareciera difuminarse, diluirse o evaporarse sin ocupar un espacio en las agendas políticas ni académicas. A decir verdad, lo popular sigue siendo una denominación social, porque el pueblo sigue existiendo, lo que se ha diluido es la noción de pueblo como “categoría política”. Esta es, tal vez, uno de las mayores operaciones y logros del neoliberalismo dominante que cambió la noción de pueblo por “ciudadano”, un concepto polisémico que más esconde que nombra. Por ejemplo, sugiere una supuesta “igualdad” (todos somos ciudadanos e iguales ante la ley). Esto parece una amarga ironía en un país como Chile que se caracteriza por ser uno de los más desiguales de América Latina; pero bueno, también se nos dice, “ahora todos votamos y elegimos a nuestros representantes”, otra afirmación más que discutible cuando la ciudadanía electoral en Chile sigue siendo regida por la Constitución de 1980, heredada de la dictadura (binominalismo algo reformado recientemente; altos quórum para votar leyes orgánicas, etc.). Pero, más todavía un sistema de partidos altamente distanciados de la sociedad, sometido a reiteradas denuncias por corrupción, que no solo desprestigia la política, sino que produce una creciente “desafección ciudadana” (o sea, la mayoría de ciudadanos ya no vota).

¿Y qué papel juegan las comunicaciones en este nuevo escenario neoliberal? Las comunicaciones, tanto la relativa a los medios de comunicación como la resultante de las nuevas tecnologías, han ganado en desarrollo, así como en su impacto en la vida social y cultural. Sin embargo, de nuevo en este campo Chile es paradigmático, en el sentido de que vivimos bajos los efectos de la mayor concentración de medios, tanto en los relativo a la propiedad como a sus contenidos ideológicos acríticos y reproductores del orden (TV comercial relativamente uniforme; Radios en redes a través de la ARCHI y PRISA; duopolio de la prensa escrita, etc.). Algunas personas piensan que las “redes sociales” contrastarían este oscuro panorama comunicacional, sin embargo, se trata de accesos relativamente segmentados y escasamente propositivos o alternativos al orden dominante, salvo que se constituyan en la sociedad misma, movimientos sociales que alcancen un cierto impacto en la agenda pública.

Es en este contexto, de hegemonía neoliberal de los medios de comunicación, que las iniciativas de comunicación popular adquieren sentido, en tanto que abren la posibilidad de que circulen otros mensajes, otras miradas sobre la sociedad. Se trata de experiencias, como las que narran en este nuevo número de Cal y Canto, en que comunidades locales (radios comunitarias) o movimientos sociales (MAPUEXPRESS, por ejemplo) ingresan al espacio público local o sectorial, para hacer visibles sus propios contenidos que interpelan o resisten a los discursos dominantes.

Resistir en nuestros tiempos es un acto de valentía y autonomía que revela la voluntad de unos pocos (hay que admitirlo) por hacer visible las dinámicas sociales y culturales de ese pueblo difuminado y diluido en el espacio público. La comunicación popular da cuenta de dinámicas comunitarias, de experiencias de asociación de base, de denuncias de la injusticia y la desigualdad, de las relaciones de género y las iniciativas feministas, del daño y la necesidad de la protección del medio ambiente, de los valores de la cultura popular, así como de los nuevos movimientos sociales.

Los medios de comunicación popular se sostienen gracias al aporte de sus propios gestores y las solidaridades de base, que permiten en la mayor parte de los casos su propio auto financiamiento. Por otra parte, la legislación existente protege a los poderosos y dificulta el ejercicio de la libertad de expresión de los medios de comunicación comunitaria.

Desde la perspectiva de los movimientos sociales, la comunicación popular es un componente fundamental en la constitución de redes y en la producción simbólica de contenidos y puntos de vista alternativos al orden dominante. Los movimientos sociales no terminan de constituirse sin mediar procesos de articulación de diversos “entramados comunitarios”. Por allí circula la memoria, el capital social y cultural acumulado, las tensiones y prioridades de la vida social, los proyectos e iniciativas socio políticas con mayores contenidos que los que hoy organizan la vida política e institucional chilena.

Mario Garcés
Director de ECO; Educación y Comunicaciones

Revisa la Revista Cal y Canto  aqui

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