El Estallido Social, que se inició el 18 de octubre de 2019 nos sorprendió por su magnitud, su fuerza, su persistencia en el tiempo, su radicalidad, la diversidad de actores implicados, pero también porque la bandera mapuche flameó, de norte a sur del país, en las más diversas marchas y manifestaciones públicas. Pero, además las estatuas de Pedro de Valdivia y de otros insignes de la historia oficial rodaron por el suelo en más de una ciudad chilena, en Concepción, Temuco, Valdivia. Todo pareciera indicar que las luchas o la “causa” del pueblo mapuche no solo está más viva que nunca, sino que ha calado profundo en la conciencia del pueblo chileno, por lo demás mestizo, es decir, heredero de un pasado común con el pueblo mapuche.
Ningún chileno ignora la resistencia mapuche a la conquista (invasión) española, más todavía, la mayoría reconoce a sus figuras más prominentes –Lautaro, Caupolicán, Galvarino- sin embargo, pocos conocen el carácter, la forma y el significado de la invasión de los Estados chileno y argentino sobre los territorios del pueblo mapuche, en el siglo XIX. La historiografia y la construcción de un sentido común nacional, se encargó eficientemente de negar y edulcorar esta agresión con un eufemismo –recurso clásico de la elite chilena que la denominó la “Pacificación de la Araucanía”. En realidad, el colonialismo español –al que los mapuche pusieron freno- fue reemplazado por un colonialismo republicano. El pueblo mapuche fue entonces despojado de sus tierras, su ganado, sus bienes y “reducido” (confinado a “reducciones” al sur del Bio Bio).
La historia contemporánea mapuche es de algún modo, la historia de su resistencia y también de su convivencia y adaptación obligada al colonialismo nacional. Pero, no hay bien que por mal no venga, en la historia de la resistencia mapuche, a partir de los años ochenta, en plena dictadura, se comenzó configurar una nueva etapa que puso el acento ya no solo en reivindicaciones de justicia y de tierras, sino en su condición de pueblo-nación, lo que ha permitido revisitar –y redescubrir para muchos chilenos- el pasado histórico mapuche.
Cuando se recuperaba la democracia una diversidad de organizaciones mapuche, buscaron acuerdos con el nuevo bloque en el poder (se firmó el Pacto de Nueva Imperial con Patricio Aylwin), sin embargo, cuando promediaba el gobierno de Eduardo Frei, se hicieron evidentes las diferencias y las rupturas (el caso Ralco y la quema de camiones en Lumaco, en 1997) que abrieron una nueva fase en las relaciones del pueblo mapuche, tanto con el Estado como con la sociedad chilena.
Entonces, el pueblo mapuche adquirió mayor visibilidad en los medios, tanto por sus demandas de tierra como la radicalidad de algunas de sus acciones (ocupaciones de predios, enfrentamientos con la policía, etc.) razón por la cual fue criminalizado por los gobiernos, encarcelados sus dirigentes, allanadas sus comunidades, militarizado el territorio, maltratados y asesinados los más jóvenes. Todo ello fue caratulado como el “conflicto mapuche”, que no ha cesado de ocupar a la prensa, a los jueces y a los políticos chilenos, desde fines de los años noventa hasta la fecha.
Todas estas fueron razones más que suficientes para que el Taller de Movimientos Sociales de ECO 2019 lo dedicáramos a las luchas del pueblo mapuche, más todavía, cuando en noviembre de 2018, el asesinato de Camilo Catrillanca conmovió al país entero e hizo visible la brutalidad de la represión.
Una de las hipótesis centrales que condujo el devenir del Taller fue que la lucha mapuche se corresponde a un fenómeno de pueblo, de nación. Es un pueblo colonizado que lucha por la sobrevivencia y la reconstrucción de sus formas culturales, de sus territorios y de su autodeterminación política. Esta característica complejizó desde el primer momento el programa del Taller, dado que uno de los rasgos fundamentales de todo pueblo es su diversidad interna, son las múltiples capas y actorías sociales que dan cuerpo a una unidad heterogénea. Así, buscamos abrazar una serie de campos donde los derroteros del movimiento mapuche hoy circulan, los cuales representan novedades que, estamos seguros, pueden enriquecer los debates constituyentes que ya comenzamos a darnos desde el 18 de octubre de 2019. Son precisamente algunos de los diversos repertorios actuales del movimiento mapuche los que ocupan el desarrollo de esta revista.
Entre estos repertorios, sin duda, encontramos la renovada mirada histórica que los intelectuales y academicos mapuche, en su amplia mayoría emergidos desde el seno del movimiento, vienen desarrollando desde hace décadas. Esta renovación historiográfica emerge desde marcos teóricos y metodológicos recogidos desde diversos pensamientos anti-coloniales en el mundo. Actualmente la reflexión mapuche dialoga con referentes sudasiaticos, africanos, caribeños y latinoamericanos, que realizan sus labores en sus países de orígenes o son miembros de las diversas diásporas producto de múltiples procesos de colonización. Junto con esto, existe una voluntad en buscar también categorías analíticas y visiones interpretativas desde el propio Mapuche Kimün (Saber Mapuche). Con todo, estas trayectorias intelectuales han venido a complejizar la propia mirada sobre la historia del pueblo mapuche, como también a enriquecer el campo de la Historia y las Ciencias Sociales.
Del mismo modo, una de las luchas de mayor densidad, por su significancia en la reconstrucción cultural, es la revitalización del mapudungun. Uno de los hechos cruciales para comprender la profundidad de la herida colonial es precisamente la creciente pérdida de la lengua propia, producto del racismo y la imposición cultural, por lo que revitalizar una lengua negada es parte central de las novedades del movimiento mapuche contemporáneo. Esto indudablemente está conectado con los quehaceres y esfuerzos de quienes han desarrollado propuestas y ejercicios educativos desde el propio movimiento mapuche, que actualmente cumplen una función primordial en el fortalecimiento del tejido social, desde las bases mínimas de la sociedad mapuche, junto con expandir conocimientos y saberes mapuche a la sociedad chilena en su conjunto.
Vinculado con lo anterior, una de las temáticas muy necesarias de abordar para comprender los procesos de reconstrucción mapuche, es el trabajo que desarrollan ciertas organizaciones en torno a la niñez. Esta labor es vital por una serie de elementos, son los niños y niñas, particularmente de las comunidades, quienes crecen aún bajo elementos de profundo de racismo que impiden sus desarrollos subjetivos cabalmente, mucho más cuando habitan zonas golpeadas por el Terrorismo de Estado. Dar un espacio para estas reflexiones es vital para comprender la profundidad de la represión y los futuros devenires del movimiento mapuche.
Precisamente, en relación con el tema de los cuidados, es importante poner el acento en la salud mapuche, entendida como un modelo médico con agentes y procedimientos propios que son vitales para la reproducción de la vida y la cultura. Darle importancia a este elemento nos permite,dar cuenta de la transcendencia de la territorialidad más allá del suelo como bien productivo, y nos conecta con temáticas centrales de un proyecto histórico mapuche, como es el Küme Mongen y el Itrofil Mongen, que finalmente son elementos centrales para la salud en el mundo mapuche. La concepción del ser y su vínculo con el territorio, a través del debate sobre la salud, nos permitirá adentrarnos en ideas vitales del saber mapuche que componen parte del repertorio conceptual del movimiento, por ello era necesario darle un espacio en esta revista.
Otros de los repertorios del actual movimiento mapuche, y que ha tomado durante los últimos años bastantes notoriedad, es lo que podríamos entender como el Arte Contemporáneo Mapuche. Diversos artistas (performance, poetas, actores, dramaturgos, etc.) componen una constelación muy diversa de producción cultural que hoy transita más allá de los propios circuitos mapuche, y que han logrado adquirir resonancia al interior del campo artístico chileno e internacional. Sus obras, además de adaptar bajo nuevos lenguajes el conocimiento mapuche, logran también cuestionar esencialismos internos, vinculadas con nociones heteronormadas y ruralizantes, al tiempo que critican las folclorizaciones del multiculturalismo. Conocer parte de sus reflexiones es vital para comprender el desarrollo actual del pensamiento crítico mapuche.
Cercano es estos temas se encuentra quizás el nudo reflexivo que más está remeciendo los debates al interior del movimiento: el feminismo mapuche o mapuche feminismo. Si bien las reflexiones antipatriarcales tienen una data de décadas en el movimiento, actualmente ha asomado el término “feminismo”, lo cual ha gestado una serie de tensiones por su posible o no aplicabilidad al interior de la sociedad mapuche. Estos debates están en pleno desarrollo, y están influenciados por el crecimiento del movimiento feminista en el país y el continente, gestando una serie de críticas a lo que se entiende como “feminismo occidental” o “feminismo blanco”, y gestando además reflexiones propias para vincular la lucha antipatriarcal, con la lucha anticolonial y anticapitalista. Interesantes son los vínculos de este mapuche feminismo con el pensamiento de feministas afros e indígenas del continente. Por cierto, estas reflexiones y luchas han permitido sacar a luz los elementos machistas de la sociedad y la cultura, elaborando una tendencia muy movilizadora para pensar y prefigurar el futuro del pueblo mapuche.
Todos estos repertorios de pensamiento y acción colectiva han fraguado una diversidad de tipos de organización. Si bien los modos comunitarios son el núcleo básico de asociatividad, que permiten resistir y reconstruir desde los propios territorios, durante todo el siglo XX han emergido múltiples modos de organización: Sociedades, Federaciones, Sindicatos, Partidos, Colectivos, Coordinadoras, etc. Actualmente son reconocibles colectivos estudiantiles y feministas, organizaciones vinculadas con educación o salud, asociatividades urbanas, entre otras. En este marco, que podríamos leer como formas organizativas que la sociedad mapuche ha logrado apropiarse, nos encontramos con una serie de municipios que desde hace algunos años están siendo gobernados por dirigentes mapuche. Sobre ellos también tratamos en esta revista.
Es que finalmente el movimiento mapuche actualmente tiene una heterogeneidad interna que le permite estar presente en varias esferas de la comunidad política. No hay espacio donde la sociedad mapuche lentamente no haya logrado penetrar. Claro, se trata de inmersiones desiguales y que muchas veces no reconocen el carácter de pueblo del mundo mapuche. Y desde esta contrariedad emergen diversas creatividades que buscan situar la necesidad de reconocer derechos colectivos, autodeterminación política y territorio para el pueblo mapuche. De alguna forma, cada una de las organizaciones, iniciativas y reflexiones acá situadas apuntan a esta dirección.
Por otro lado, los pensamientos y quehaceres aquí presentados pueden llegar a ser muy sugerentes para los debates que se avecinan. Hoy, en medio de una pandemia, son muchos los que se cuestionan sobre el modelo de desarrollo capitalista y sus consecuencias, lo cual abre un campo de oportunidades para repensar lo que entendemos como vida digna, en términos individuales y colectivos. Las sociedades indígenas, y el pueblo mapuche en particular, posee una concepción del mundo, reunida en diversas categorías movilizadoras y prácticas comunitarias, que puede enriquecer estos debates presentes y futuros, particularmente en nuestro país que se apronta a múltiples discusiones constituyentes.
Así, esperamos que la publicación de esta revista les permita conocer parte de la historia y el presente del movimiento mapuche, de sus ideas y prácticas concretas para un buen vivir, las cuales se pueden traducir posteriormente en concepciones políticas comunes para los debates venideros. Porque, en definitiva, el país que viene emergiendo desde el 18 de octubre tiene un manifiesto cariz plurinacional, deseamos ser un aporte en ese caminar.
Mario Garcés y Claudio Alvarado Lincopi
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