Por Hugo Villela G.*|
En la víspera de entrar en un proceso Constituyente para reordenar la Cuestión del Poder, en nuestra sociedad desigual; es hora de desagregar el poder económico.
Las experiencias cotidianas de los vecinos de La Legua Emergencia y poblaciones de vecinos pobres en Santiago, los circuitos de comercialización de la droga al menudeo, en cerros de Valparaíso, Coquimbo, Antofagasta, y diversos territorios a lo largo de Chile, hacen palpar el impacto de una “otra economía”, la del narcotráfico, tan bien escondida en nuestra sociedad formal y, tan bien endosada a los barrios de pobres en nuestras ciudades… Y, tan ignorada por nuestras académicas ciencias sociales criollas.
En las últimas décadas existen nuevos y antiguos análisis que contribuyen a ampliar nuestras perspectivas:
En el año 2007 se publicó un sugerente estudio sobre El Perú Fracturado de Francisco Durand en el que el autor sostiene la conformación de tres economías que funcionan en paralelo, interconectadas pero separadas, cada una operando con distintas reglas: economía formal, economía informal y economía delictiva. Tres campos, el mundo social formal, informal y delictivo. Como se pregunta el sociólogo peruano Hugo Neira, – quien prologa el libro – “¿Dónde comienza el campo de la incertidumbre? ¿En qué medida estas tres economías están separadas? ¿Qué interacciones, qué pasajes, que pasadizos sinuosos y oscuros se establecen entre ellas?”
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*Sociólogo