La apertura de la Iglesia no obedecía solo a las decisiones de algunos de sus obispos o del Cardenal Silva Henríquez, sino que era expresiva de un fenómeno mayor, el del impacto que había tenido en las Iglesias latinoamericanas el Concilio Vaticano II y sus reelaboraciones locales. Entre ellas, los pronunciamientos del CELAM, pero tanto más importante, el cambio en las formas de vida y en las orientaciones teológicas que encarnaban los agentes de pastoral (sacerdotes y religiosas) y los laicos más comprometidos, que recreaban la iglesia desde las bases. Este proceso, o estas “buenas nuevas”, que llevó a releer los evangelios y la Biblia a partir de la experiencia de explotación y dominio de los pobres fue dando origen a un nuevo pensamiento teológico, al que el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez le puso nombre en 1971. Le llamó “teología de la liberación”, la primera teología producida fuera de Europa en los dos mil años de cristiandad.
Una respuesta a “Eco En El Horizonte Latinoamericano (II): «La Iglesia De Los Pobres En América Latina»”