Por Daniel Fauré Polloni y Mario Garcés Durán
¿Puede constituirse un poder desde los movimientos sociales?
Este es el viejo problema de todas las revoluciones sociales, de muchas ideologías progresistas o emancipadoras, parcialmente al menos de las vanguardias políticas de los años 60, y en particular en América Latina, de la Educación Popular en los años 70 y 80 del siglo XX. No hay receta ni doctrina que prescriba cómo se hace para que el pueblo se convierta en sujeto político, misión que por mucho tiempo se pensó y concibió que era propia de los partidos políticos de izquierda. La experiencia histórica viene demostrando que se trata de una salida con variados límites y con altas cuotas de frustración. Las tendencias de la izquierda en América Latina son construir nuevos partidos reformistas, populistas (en el buen sentido) o socialdemócratas, con fuertes componentes y dirección de las clases medias ilustradas, o vanguardias en que conviven corrientes emancipatorias con corrientes autoritarias. En todos estos casos, hay bases populares, sin dudas, pero no terminan de cumplir papeles relevantes con relación a las clases medias que habitualmente buscan abrirse espacios en el Estado (las recientes experiencias del históricas del PT en Brasil o el MAS en Bolivia, son muy expresivas de estos fenómenos).
Tal vez, la mayor novedad del último tiempo en la construcción de alternativas emancipatorias provenga delos movimientos sociales. Pero, claro, se trata de un nuevo actor o más bien en plural, de nuevas actorías que han ganado en autonomía con relación al Estado y los partidos políticos. El mayor aporte de los movimientos es que producen nuevas claves y líneas o corrientes emancipatorias (el género, la naturaleza, la clase, los derechos humanos, etc.) y su límite es que habitualmente los movimientos sociales priorizan- es por lo demás su misión fundamental- en sus propias demandas, enfoques y contenidos. En consecuencia, dejan pendiente la cuestión del “interés” y la “voluntad general” del pueblo -o los pueblos- como sujeto político colectivo.
Podríamos seguir por esta línea, necesaria, por cierto, pero para los efectos de este escrito, sólo agregaremos que este debate nos interroga sobre las nociones y alcances de la política. Las nociones dominantes son relativamente restrictivas al Estado y las construcciones políticas latinoamericanas, en general, suelen ser estatales, de tal modo que la mayor debilidad de la política en América Latina se relaciona con la subvaloración de la sociedad civil. La actual crisis que recorre muchos Estados latinoamericanos ha hecho muy visibles los límites de una concepción de la política limitada al Estado.
Este libro es una guía práctica para la reflexión y la acción de las organizaciones populares y los movimientos sociales.
En una primera parte, hay una invitación a entender las formas en que se ha pensado y construido la soberanía en nuestra actual coyuntura constituyente y una invitación a pensar la soberanía popular «desde abajo», donde el eje de la reflexión sean los movimientos sociales , sus aportes a la política y las formas en que se puede construir poder desde su acción colectiva.
En su segunda parte, se realiza una revisión de cómo se está entendiendo la Educación Popular Constituyente y ofreciendo metodologías y técnicas útiles para levantar espacios autoeducativos desde los territorios, que sirvan para la actual coyuntura del plebiscito de salida pero que se proyecten mas allá, para encarar los desafíos que se vienen posteriores al 4 de septiembre.
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